miércoles, 29 de noviembre de 2017

Semana Fénix ofrecerá funciones gratis de sus películas ganadoras.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

La cuarta edición del Premio Iberoamericano de Cine Fénix está por llevarse a cabo, y se hará acompañar de la Semana Fénix, la cual se está programada para desarrollarse del 1 al 10 de diciembre en la Ciudad de México. 

La semana Fénix estará compuesta de diferentes actividades en donde el Cine Iberoamericano es el principal protagonista. Uno de ellos es el acercar al público las películas nominadas a los premios. 

En esta ocasión se han incluido las cintas que se levantaron como ganadoras de las categorías de Mejor Largometraje de Ficción y Largometraje Documental en la premiación del año pasado. Las proyecciones serán el viernes 1 y sábado 2 de diciembre en el Teatro Ángela Peralta a las 19 hrs. La entrada para ambas funciones será gratuita. 

El viernes 1 se proyectará Neruda, cinta chilena dirigida por Pablo Larraín y protagonizada por Gael García Bernal, Luis Gnecco y Mercedes Morán, en donde se presenta la persecución de la
que fue objeto el poeta antes de exiliarse a Francia. (Puedes checar nuestra reseña aquí). 

Por su parte, el sábado 2 se proyectará Tempestad, cinta de Tatiana Huezo , que ha sido elegida para representar a México en los premios Óscar y los Goya, en donde se refleja y reflexiona sobre la situación de violencia que ha dejado la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad que se vive en el país. (Checa aquí la reseña).

Además de estas dos proyecciones se planea llevar a cabo pláticas, proyecciones de cintas nominadas, la inclusión del MICA apoyado por el IMCINE, la programación completa puede consultarse aquí. 

Poesía sin fin. El arte, la bohemia y las rupturas.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Alejandro Jodorowsky ha tenido un estilo muy definido en donde el surrealismo, la magia y la provocación suelen ser los elementos que imperan en sus trabajos cinematográficos. Es evidente que con el paso del tiempo su estilo ha madurado, ahora se muestra un poco más reflexivo hacia los asuntos de la vida y en Poesía sin fin nos presenta el reflejo de ello, en donde se propone hablar de su vida y presentarnos algo de lo que le sucedió.

Chile, década de los 40. Un adolescente Alejandro se da cuenta de que no le gustaría continuar con el negocio familiar pues lo que realmente le apasiona es la poesía. Tras romper abruptamente con los designios familiares se interna en el mundo artístico y bohemio de la época. Gracias a la nueva vida que ha adoptado, conocerá a figuras importantes de la cultura chilena como Enrique Lihn, Nicanor Parra o Stella Díaz Varín. 

Conforme pasan los días, el joven Alejandro va tomando relevancia en el escenario artístico de su país, pero al mismo tiempo irá atravesando por situaciones (personales, políticas y sociales) que lo llevarán a desencantarse de su entorno y a aventurarse más allá de tierras sudamericanas. 

La más reciente entrega de Jodorowsky se antoja no sólo como una revisión a la vida del artista,sino también como una revisión a la época de los 40 y 50 en Chile, a la hsitoria de este país y al quehacer artístico per se.

La cinta tiene un guión en donde la adaptación de la realidad interactúa con el surrealismo dando como resultado un mundo en donde la irrealidad es completamente verosimil y la realidad sirve como el molde donde se sitúa la trama, dando como resultado un mundo en donde predominan los colores y las luces, en donde cada escenario tiene una atmósfera propia y en donde todo funge en función del objetivo principal, que es contar la historia melancólica de su juventud. 

El primer detalle a destacar es el propio guión, el cual está plagado de poesía, tanto en los personajes que recitan y comparten su trabajo, como en la voz de quienes narran; pero no sólo es el lenguaje ora, sino también en el audiovisual en donde se esconden diferentes significados; la búsqueda de la madre en los nuevos amors (aludiendo al complejo de Edipo), la reencarnación del movimiento nazi en su propio país, las creaciones artísticas, el destape sexual, etc. o

La dirección de la cámara también es de mencionarse, a lo largo de la cinta vemos que funge de acuerdo a las necesidades de cada acción y luce en buena medida la forma en que en muchas ocasiones se pasea a lo largo de los escenarios, entre los personajes, induciendo a la vez al espectador a entrar en las acciones de la trama. 

La fotografía es un elemento que juega en buena medida para la creación de las atmósferas, haciendo lucir los lugares y los colores que componen a esos lugares, y se apoya en el, también destacable, diseño de arte el cual logra estructurar en buena medida los espacios en donde se desarrollarán las acciones, ejemplo de ello es la restructuración del Café Palomar, en donde se da la vida nocturna de los poetas, o la casa en donde vive Enrique Lihn, por mencionar algunos. 

Las actuaciones son probablemente el punto más débil de la cinta, en diversas ocasiones queda de manifiesto el hecho de que no todos los personajes son interpretados por actores de profesión. En muchas ocasiones terminan por ser poco expresivos, dándole demasiada seriedad a las situaciones, en otras ocasiones las reacciones se sienten tan exageradas que por lo mismo pierden la verosimilitud, cayendo en un tono satírico que no termina de amoldarse al tono de esos momentos (pues habrá que decir que sí se tiene un tono satírico en diversas ocasiones).  

Poesía sin fin es una puesta en escena en donde no sólo se presenta la vida del director Alejandro Jodorowsky, sino que también se refleja su propio estilo inmerso en la vida cultural de un Chile que hoy se antoja lejano. Es una cinta que gusta por la capacidad de hacer sentir real el tono surrealista que siempre ha reflejado el director en sus trabajos. 

Poesía sin fi, Alejandro Jodorowsky, Chile-Francia, 2016, 128 min. Con: Adán Jodorowsky, Pamela Flores, Brontis Jodorowsky, et. al. 


Western. De la colonización infinita.

Por: Masiel Rico Landa.

Habitar en un lugar desconocido en donde las costumbres, las tradiciones, la cultura e incluso el idioma son totalmente distintos a los propios, sin duda representa un gran reto para cualquier persona. En un contexto similar a este, Valeska Griseback ofrece su tercer largometraje Western que retoma importantes elementos de este género clásico para presentar temas relevantes de la Europa actual, como la xenofobia.

Un grupo de obreros alemanes requieren mudarse a un pueblo búlgaro para su siguiente trabajo. Inmersos en una comunidad que desconocen por completo, se enfrentan a importantes barreras culturales como el idioma que les impide tener un buen recibimiento, pues al mismo tiempo son víctmas de las desconfianza de los pobladores del lugar. 

Mientras a cuentagotas se van relacionando con ellos, se empiezan a generar, entre ellos mismos, algunas confrontaciones derivadas de la intención de demostrar quién puede ser el líder del grupo y de responder a la hostilidad con la que han sido recibidos, lo cual hará más difícil su proceso de adaptación.

Así como las diferencias culturales son un tema central del filme, también lo es la evidente xenofobia que éstas generan. Las acciones de los personajes, tanto búlgaros como alemanes, dejan clara su poca aceptación de "los otros", creando una constante atmósfera de hostilidad que se vuelve central en la narrativa.  

En este punto sobresale la naturalidad de las actuaciones que si bien ayudan a construir la historia con veracidad, no van más allá de una sencilla interpretación, en gran medida por las
características propias de los personajes y al tiempo por el contexto en el que éstos se desenvuelven.  

Con esa misma sencillez se maneja la dirección de fotografía a lo largo de toda la cinta, dando a la cámara el único papel de mostrar la acción, a pesar de ello, la locación ofrece la oportunidad de observar algunos paisajes naturales, volviéndose uno de los elementos que Griseback retoma del género western.

Sin embargo, el principal conflicto de este largometraje se concentra en la narrativa misma pues a pesar de que busca tocar temas relevantes y de actualidad, durante sus 119 minutos de duración no logra contar una historia concluyente, que guíe a la audiencia a algún lado, por el contrario ofrece una premisa que no tiene un cierre claro y que deja a la deriva a sus personajes y lo que cuenta de ellos. De la misma manera, el desenlace de la película llega abruptamente, dejando inconcluso lo que ha planteado y sin brindar al espectador información suficiente ni clara para poder especular y construir su propio final.  

Es así como Western queda en deuda con las expectativas del público, pues a pesar de que busca retomar características clásicas de un género tan reconocido e influyente, esto no le es suficiente para construir una historia sólida que deje un buen sabor de boca. Valeska Griseback deja muchos elementos libres en lo que pudo ser un interesante análisis sobre la masculinidad o sobre temas cada vez más recurrentes al hablar de la Europa moderna: la migración, la adaptación y la xenofobia. 

Western, Valeska Grisebak, Alemania-Bulgaria-Austria, 2017, 119 min. Con: Meinhard Neumann, Reinhardt Wetrek, Syuleyman Alilov Letifov, et. al.


lunes, 27 de noviembre de 2017

Good time, viviendo al límite. Salirte con la tuya es la única salida.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

La situación económica y la carencia de dinero puede llevar a la gente a cometer acciones consideradas fuera de la ley. En otras tantas la ambición por el dinero puede ser suficiente motivo para cometer ese tipo de actos. En Good time, viviendo al límite, los hermanos Safdie nos plantean una situación en donde el único objetivo es salir bien librado de la justicia. 

Tras un robo bancario los hermanos Connie (Robert Pattinson y Nick (Bennie Safdie) buscan escapar de la policía. Nick padece de un ligero retraso mental lo cual provoca que las cosas se salgan de control, desencadenando una persecución en donde él quedará preso, pero Connie logrará huir. La vida desequilibrada de Connie lo llevará a buscar la manera de sacar a su hermano de la cárcel pues sabe que no podrá soportar estar ahí por mucho tiempo. 

Cuando Connie diseña un plan para lograr la liberación de su hermano, las cosas no salen como él esperaba, y mientras intenta mantener oculta su identidad se enredará en diferentes situaciones que lo llevarán al límite tanto de la justicia como de lo que puede soportar o hacer una persona para salirse con la suya.

Los hermanos Josh y Bennie Safdie vuelven a las calles de Nueva York (como lo hicieran en su anterior trabajo: Ni el cielo sabe qué) para presentarnos una historia en donde la acción y el suspenso son los principales ingredientes. 

La cinta parte de una interpretación destacable de Robert Pattinson, quien logra entrar en el personaje de un hombre con poca atención en su persona y que está dispuesto a cualquier cosa con tal de salir bien librado de los problemas en los que se ha metido, la construcción psicológica en este aspecto apoya en buena medida al personaje, pues se presenta como alguien por encima de las leyes tanto sociales como morales a quien una vez trazado un objetivo no hay forma de hacerlo cambiar de idea. El resto de los personajes está bien desarrollado y se puede mencionar la caracterización que se logró con Bennie Safdie al interpretar a Nick, el hermano con retraso mental. 

Uno de los puntos a destacar es el estilo de cámara en mano del que echan mano y que han ido madurando, pues a lo largo de la cinta se puede percibir que se emplea con diversas intenciones a lo largo de la trama, una de ellas es el acercar al espectador sacando ventaja del efecto de "documental" que le da esta técnica. Por otra parte, los constantes movimientos en la cámara logran incrementar en el espectador la tensión de escenas donde es necesario hacerlo, además de que en todo momento se nota un control sobre lo que quieren presentar a cuadro y en lo que buscan hacer énfasis a través de acercar o alejar la cámara. 

La música empleada es otro de los elementos que apoyan la tensión deseada por los directores, sin embargo, en ocasiones da la sensación de que se ha abusado de ella pues esa tensión se incrementa con el alto volumen con el que es empleada llegando en ocasiones al hartazgo. 

El uso de la fotografía es uno de los puntos que también complementan en buena medida las acciones, es a través de ella que se puede generar la atmósfera de soledad o nerviosismo en el personaje principal, además de que en muchas ocasiones se respeta la luz que puede tener algún lugar, sin importar que se pueda ver poco a cuadro, lo cual le genera un mayor realismo a la cinta y por ende mayor verosimilitud.

Good time, viviendo al límite confirma parte del estilo de los hermanos Safdie, no sólo en la cuestión técnica y el manejo de la cámara, sino también en las temáticas que emplean, en donde una metrópoli es el escenario para conocer las historias de quienes son los efectos secundarios de un sistema económico que (a todas luces) no termina de favorecer a todos. Con buenas actuaciones y un buen ritmo se conforma una cinta que en la mayor parte del tiempo desemboca en gran tensión y en donde irremediablemente cada decisión parece no poder revertir la situación en la que se encuentran. 

Good time, viviendo al límita, Josh Safdie y Bennie Safdie, Estados Unidos, 2017, 100 min. Con: Robert Pattinson, Jennifer Jason Leigh, Taliah Webster, et. al.