viernes, 7 de abril de 2017

Voraz. Tras los placeres de la carne

Si nos basamos (a grandes rasgos) en la teoría freudiana sobre la forma en que se crearon las primeras leyes en las sociedades primitivas, encontramos, para ser más específicos en los textos de Tótem y Tabú, que en un inicio los hijos decidieron matar al padre que representaba una autoridad y por ende ciertas prohibiciones, posteriormente decidieron comerlo de modo que tendrían una parte de ese poder que ejercía el padre y finalmente llegó un momento de arrepentimiento, que devino en la prohibición de conductas como las que ya habían realizado. Esto, en términos del psicoanálisis, dio origen a los tabúes, es decir, a lo que no está permitido.  

Entre las cosas que se encuentran en esta condición, como ya se ha mencionado, tenemos al canibalismo, práctica que consiste en ingerir la carne de otro ser humano y que es la materia prima de Voraz, cinta dirigida por Julia Ducournau, que pone, en un relato que se antoja muy actual, en primer plano la sed de carne que pueden llegar a tener ciertas personas. 

Justine (Garance Marilier) es una joven que pertenece a una familia con algunas tradiciones y prohibiciones: todos en su casa son veterinarios y a la vez vegetarianos. Los valores hasta este momento inculcados en ella, se verán cuestionados cuando llega a la universidad, en donde se verá obligada a ingerir carne cruda por primera vez. Las consecuencias de esta acción devendrán en una adicción que crece progresivamente. 

La convivencia con sus compañeros comienza a cambiar y el único refugio que encuentra es con Alexia (Ella Rumpf), su hermana, con quien guarda una relación de amor-odio y que parece ser la única que la entiende. 

Nos encontramos ante una cinta interesante que llega a nuestras salas antecedida de cierta polémica por lo "fuerte" que pueden llegar a ser algunas de sus escenas. Partiendo de ello bien podríamos pensar que se trata de una cinta que apela al efectismo para lograr que tener cierta respuesta del espectador, sin embargo, es todo lo contrario, a lo largo de la cinta, hay acaso un par de escenas en donde se logra esto, tal condición obliga a que otros elementos sean los que destaquen. 

En primer lugar encontramos un guión que se alimenta y demuestra en gran medida la verosimilitud de la historia principal, aunque esto no lo exime de tener algunas (muy pocas) inconsistencias, algunas de ellas se sienten como libertades tomadas para justificar la naturaleza de lo que es presentado. A pesar de lo anterior, en la trama, se entrelazan hábilmente dos tipos de adicción a la carne, por un lado, está el momento en que Justine la come por primera vez, por otro lado, tenemos su despertar sexual en manos de uno de sus amigos, a partir de entonces erotismo y canibalismo conviven de manera desenfrenada en este personaje, llevándola a una punto en donde le es difícil controlar sus nuevas adicciones. 

Otro de los puntos interesantes es el desarrollo de los personajes, en donde vemos que Alexia, quien inicia como un personaje de apoyo va tomando mayor relevancia, la suficiente para darle un giro a la trama hacia el final, en donde la conocemos tal cual es: sanguinaria y haciendo caso omiso a toda autoridad, sin duda es el papel en el que se sustenta buena parte del argumento y que ayuda a hacerlo avanzar, desencadenando formalmente una adicción. Justine que en un momento se ve reflejada como un antagonista de este personaje, verá como cada vez tiene más en común, de ahí la relación de amor-odio señalada en un principio. 

Por otro lado tenemos la forma en que es retratada, por un lado tenemos la iluminación y las consecuencias que su uso tienen tanto en la creación de atmósferas, como en los colores que se emplean, dando como resultado un relato sombrío, matizado por entornos fríos que ayudan a incrementar el misterio en los personajes. Por otro lado tenemos el uso de la cámara, en donde se nota que la directora sabe usarla para darle las intenciones necesarias, encontramos planos en donde la cámara actúa sólo como un testigo y otros más en donde lleva al espectador hasta lugares en donde la sensación de estar espiando es intercambiada por aquella de formar parte de la situación. 

Hay dos elementos que complementan en buena forma, los efectos logrados para la caracterización y el maquillaje; y el otro es la música. Gracias a la caracterización  se logran los momentos de mayor impacto, derivados de una reacción alérgica, o de algunos accidentes en donde el gore se hace presente. Por otro lado la música aparece en los momentos más relevantes para el desarrollo de la adicción, y aunque en alguno de ellos llega a chocar con lo que se transmite, en la mayoría de ellos, aumenta el efecto "sublime" que busca dar la directora. 
Si bien Voraz es una cinta que llega con mucha menos violencia de la que se tenía pensada (o podría esperarse), consideramos que muestra varios elementos que la hacen una historia bien contada y que sabe a dónde quiere llegar a través de cada una de las situaciones; la mayoría de ellas bien justificadas, con actuaciones convincentes y una atmósfera que logran mantener al espectador en suspenso.

Voraz, Julia Ducournau, Francia-Bélgica, 2016, 99 min. Con: Garance Marilier, Ella Rumpf, Rabah Nait Oufella, et. al. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario